Hablamos tanto de la importancia de deleitarnos en el Señor, contemplar la naturaleza, meditar en las obras de Dios y Su carácter, saborear el momento, vivir el presente, etc. Sin embargo, ¿has notado lo difícil que puede ser lo anterior?
Luchamos con la atención, el enfoque, el disfrute pleno, conectar genuinamente y permanecer en el ahora.
Estos tipos de luchas se deben a múltiples razones, entre ellas, el arsenal de técnicas que utiliza el mundo para distraernos, robar nuestra atención y ser seducidos a las trampas y engaños de “deleite y felicidad” que ofrece.
Sin embargo, otra de las razones de estos tipos de luchas, es la ausencia de practicar el: parar, observar, contemplar, capturar y por ende, deleitarnos en la belleza.
Le hemos puesto a nuestros corazones una barrera de “calidad” muy baja. Nos hemos conformado con contenido mediocre, superficial, vacío, pasajero, con fórmulas rápidas para comprar felicidad y llenar nuestras agendas con “entretenimiento”, que no es más que distracción—un hoyo negro que roba tu vida—… y luego… nos quejamos porque queremos gozar de todas las obras del Señor, sentirnos menos ansiosos o tristes, ser más agradecidos, contemplar como niños la naturaleza, saborear el mundo y deleitarnos en nuestro Padre.
Mi corazón empieza a “gustar” de aquello a lo que le expongo continuamente. Esos hábitos van formando tus intereses, gustos, y amores. Sí, amores.
Así que no es suficiente con “decir” o “anhelar” que quiero ser una persona que disfrute más el hoy que Dios le ha dado, o que aprenda a ser cautivada con lo verdadero, bueno y hermoso que ha hecho Dios. DEBO exponer mis sentidos a ello. No una vez, repetidas veces.
Por eso aquí quiero invitarte a apreciar, observar y profundizar en obras de artes clásicas, aquellas que han perdurado en el tiempo, a través de preguntas/reflexiones simples y cotidianas que puedes aplicar en tu diario vivir.
Te animo a que explores las preguntas que aparezcan en la sección y tomes nota de reflexiones, ideas o prácticas que puedes aplicar en tu vida.
¡Ejercitemos esta práctica!