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La tecnología nos ha brindado tantos beneficios, y al mismo tiempo, hemos sido presa de ella. Se supone que somos nosotros quienes debemos discernir y extraer de ella lo que nos suma. Sin embargo, entre los algoritmos adictivos de las redes sociales, los colores, sonidos y todo tipo de estimulación que recibimos de las pantallas, parece ser que son ellas quienes dictan nuestra agenda y forma de vivir.

En los últimos meses no había entrado a Instagram hasta el día de ayer, para dejar unas actualizaciones en mi perfil. Y lo poco que puedo decirles es: ¡Cuán deliciosa es la vida con menos pantalla y redes sociales! ¡Cuán aliviado y calmado se siente nuestro cerebro! Esta ha sido la principal razón por la que nunca he sido muy activa en la misma. Sin embargo, mi análisis sobre si realmente necesito de esa herramienta o no, ha tomado un tono aún más serio y sobrio.

Decir que abandones o no, las redes por completo, no es mi tarea, y cada caso es muy particular. Sin embargo, me es necesario animarte enormemente a que hagas el trabajo de cuestionarte, analizar tus opciones, necesidades y circunstancias actuales. No te conformes con hacer lo que hace todo el mundo. No te conformes con desperdiciar tu tiempo, que no vuelve. No te limites en pensar que esa es la única vía que tienes para conectar o trabajar.

No te engañes con frases bonitas de «por IG aprendo mucho de Dios». No te conformes con información corta, llamativa o superficial que obtienes por esa vía. No cambies el trabajo y análisis profundo por sustitutos vacíos que subestiman tu cerebro y privan a tu corazón de lo que es bueno, verdadero y hermoso. No te conformes con ver la vida de los demás, mientras la tuya va pasando. No insistas en buscar más consejos de crianza, cuando ni siquiera has aplicado los 2 últimos que leíste. No cambies el versículo bíblico colorido en IG, por tu tiempo con Dios y Su Palabra. No le robes tiempo a tu familia, a ti misma, por estar ahogada en las pantallas, buscando escapar de tu vida.

Te animo y oro por ti para que no te conformes ni siquiera con lo que lees aquí (tampoco con los cientos de estudios que listan los efectos negativos del exceso de pantallas y las redes sociales). Haz algo mejor, ve, sal y prueba una vida con menos pantallas. ¡Luego me cuentas!

¡Dios te bendiga!