Pocos días después de dar a luz a Victoria, recibimos la visita de un adolescente de nuestra Iglesia, a quien consideramos un hermano menor.

Mientras el jugaba un poco con nuestro hijo mayor Lucas, también observaba el agotamiento y ojeras en nuestros ojos, Lucas tratando se escalar encima de mí mientras amamantaba a Victoria, mi cabello despeinado, los juguetes tirados, el llanto de la bebé seguido a una rabieta de Lucas, escuchaba mis quejas de dolor por la cesárea y el listado de cosas por hacer.

Se me acerca con una mirada de decepción y me dice: «Bueno…yo quería tener varios hijos pero con ustedes estoy viendo el lado oscuro y no me agrada». Fue como si hubiese roto su «sueño».

Esa frase me retumbó por varios días y me preguntaba: ¿por qué a la VIDA REAL hoy algunos la llaman LADO OSCURO? Pienso que la sociedad ha creado ideas falsas de lo que es la maternidad, el matrimonio y la familia (todos en algún momento hemos comprado «algo» de ello). Las novelas y series románticas (ni se diga de las redes sociales) nos inyectan tanta adrenalina que nos llevan a idealizar muchas etapas de nuestras vidas que solo trae una cosa: decepción.

Cuando llamamos «lado oscuro» a la realidad nos predisponemos ante ella; nuestra actitud se vuelve defensiva, negativa y temerosa. Empiezas a correrle al compromiso, llenar de amargura tu corazón cuando «no tienes el esposo de novela», te comparas con las que tienen o no tienen hijos «buenos» y te quejas constantemente por las espinas que traen las flores. Y es que sí… la falta de sueño y agotamiento pueden ser espinas (en mi caso actual), pero si hay espinas cerca es porque también estamos disfrutando de la flor. Esa es la vida, un hermoso jardín, colorido, brillante, variado, único, especial, que también trae sus espinas y hojas caídas.

Si vemos las espinas como el «lado oscuro», la flor perderá su brillo ante nuestros ojos y sobre todo, nos refugiaremos en una burbuja intocable que no nos permite experimentar a plenitud la vida misma. Apreciaremos cada etapa de nuestra vida cuando aceptemos todos los sabores y colores que trae consigo.

Vivimos en un mundo imperfecto, pero tenemos a un Dios perfecto que nos anima a ser reales, genuinos y vivir gozosos mientras estemos de paso por esta tierra. Esto no es fácil; lo necesitamos a Él para mantener ese corazón ardiente de agradecimiento! Te animo a que ores por ello!

Les dejo este versículo de reflexión:
Estén siempre gozosos. Oren sin cesar. Den gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús. 1 Tesalonicenses 5:16-18