Queremos una vida extraordinaria pero no tomamos decisiones extraordinarias.

Nos quejamos de lo que somos cuando hace mucho tiempo dejamos de construir lo que queremos ser para convertirnos en una copia de otra persona.

Las decisiones que tomamos día a día son más fuertes y determinantes que lo que soñamos o planeamos. Por ello, a veces solo basta de una pequeña pero GRAN decisión para pasar a otros niveles en nuestras vidas. Queremos ser mejores madres pero subestimamos el rol que Dios nos ha dado porque el mundo solo aplaude lo que haces «detrás de un escritorio o lo que aparece en las redes sociales».

Queremos ser mejores empleadas pero nos negamos a honrar a nuestros jefes. Queremos ser esposas pero no sabemos cultivar un noviazgo sano. Queremos bajar algunas libras pero seguimos comprando comida chatarra. Queremos tener una mejor y más intima relación con Dios pero seguimos manteniendo una actitud distante, conveniente o arrogante hacia El.

Lo anterior entonces nos recuerda que: no es cuestión de «querer» es cuestión de reconocer qué estoy eligiendo en mi vida para lograr eso que quiero ser. En proverbios 14:16 Dios dice» El sabio teme y se aparta del mal, pero el necio es arrogante y descuidado». Una persona sabia no necesita darse constantemente tropezones para alejarse del mal. Ella lo ve desde lejos y DECIDE apartarse ANTES de caer al hoyo.

Puede ser que nos cueste tomar decisiones extraordinarias, ya sea por temor, ignorancia, desconfianza, falta de fe, etc. He estado ahí. Muchos me abordan diciendo: Paola, no sé cuál es la decisión de Dios para mi en esta área. Por eso es vital que reconozcamos que esto es un proceso de aprendizaje. En Salmos 25;4 el Rey David clama a Dios pidiendo que le ENSEÑE Sus caminos. Es decir, no nacemos conociendo todo, es necesario ser instruidos.

Y como cada minuto estamos decidiendo, es valioso hacernos las siguientes preguntas: ¿por qué y para qué estoy decidiendo X cosa en mi vida? ¿es ésta una decisión que agrada a Dios o a mi ego? ¿sobre qué base o criterio estoy evaluando mis opciones? ¿estoy dispuesta a renunciar a decisiones que desagradan a Dios y que me afectan a nivel emocional y psicológico aunque tenga que pagar un precio «no tan cómodo»?

Mi invitación antes cada decisión es sacar regularmente de tu maleta preguntas como las anteriores. La respuesta puede no ser inmediata y eso está bien. Hay decisiones que requieren ser digeridas y bien evaluadas antes de ser tomadas. No te apresures, no te subas a un tren (por más rápido, famoso y bello que luzca) si ni siquiera sabes si quieres o DEBES montarte en el.

Santiago 1: 5
Pero si alguno de vosotros se ve falto de sabiduría, que la pida a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.